Tarragona contra Franco

20160320_104237 [725938]El viernes pasado, el Ayuntamiento de la ciudad donde vivo, Tarragona, aprobó una moción de los grupos comunistas y separatistas para que la corporación municipal interponga una querella en los Juzgados de Instrucción, a fin de que “se investiguen los crímenes contra la humanidad cometidos por la dictadura franquista que afectaron a los vecinos y vecinas de este Ayuntamiento”.

Dicha moción fue apoyada, además de por sus proponentes (ICV-EUiA, la CUP y ERC), por el PSC (al que pertenece el alcalde Josep Fèlix Ballesteros), por Ciudadanos y por CDC, o como se diga ahora. Votaron en contra el PP y UDC, con los que paradójicamente gobierna Ballesteros, hombre poco dado a radicalismos.

No parece que vaya a haber ninguna crisis en el gobierno municipal por la discrepancia en un asunto cuyas repercusiones prácticas no irán probablemente más allá de colapsar un poco más la Justicia. ¿A quién le importa que una demanda laboral tarde dos años en ser juzgada, cuando podemos darle una patada en la tibia a Franco?

De todos modos, siempre es instructivo ver cómo se retratan los partidos. Ciudadanos, con su habitual seguidismo de la izquierda, la cual se lo agradece calificando a la formación dirigida por Albert Rivera como la fuerza de choque del IBEX 35. Debería aprender del Partido Popular, que en seguidismo tiene una larga experiencia, y para qué le ha servido. Para que venga un abogado argentino a Tarragona a decir que en el PP todavía hay muchas “impregnaciones del franquismo”.

Por cierto que Alejandro Fernández, teniente de alcalde y líder del PP provincial, estuvo algo decepcionante, al votar en contra de la moción con el único argumento, según el Diari de Tarragona, de que no es competencia municipal. Me sabe mal decir esto de quien tan generosamente me apoyó en la presentación de mi libro Contra la izquierda en nuestra ciudad, pero me temo que no sólo es una gran promesa del centroderecha, sino que siempre lo será. Lo que nos confirma que el PP se ha convertido hace tiempo en un cementerio de eternas promesas abducidas por el rajoyismo-sorayismo.

La sorpresa agradable la dio Unió Democràtica, que desde que se separó de Convergència, casi dan ganas de votarla. Bromeo, claro; mi capacidad para olvidar casi cuarenta años de colaboración con la banda estelada del trinque y el independentismus interruptus es cero coma cero. Pero hay que reconocer que Josep Maria Prats, en sus declaraciones al Diari, fue el único en señalar lo fundamental, que no se puede hablar de las víctimas de la guerra civil y del franquismo obviando las de la revolución.

Porque esta es la verdadera cuestión. Mientras algunos se empeñan en que hay que mirar el futuro y no remover las cosas, o dejar que se ocupe la autoridad competente, la izquierda puede dedicarse a placer a convertir la Historia en su particular “arsenal de… armas ofensivas y defensivas para apoyar ideas partidistas…, obteniendo de este modo los medios de mantener vivas o resucitar viejas disensiones y animosidades, echando así leña al fuego del antagonismo civil.” Lo dijo Edmund Burke refiriéndose a los revolucionarios franceses, pero es aplicable con admirable exactitud a nuestros poco disimulados nostálgicos del terror rojo.

Es mentira que la izquierda busque hacer justicia. En realidad no pretende otra cosa que imponer su sectaria visión ideológica, según la cual aquí estalló hace ochenta años una guerra civil entre buenos y malos, con el fin de seguir identificando con los segundos a sus adversarios políticos, y así expulsarlos del sistema democrático.

No quisiera dejarlo aquí sin recomendarles una consulta al sitio web del Archivo municipal de Tarragona, que nos proporciona una lección acaso inesperada. Según consta allí, las víctimas mortales de la represión franquista, enterradas en el cementerio de la ciudad (incluyendo la fosa común), ascienden a 766, mientras que a manos de las izquierdas, en los primeros meses de la guerra, cayeron 327. Como se podrán imaginar, la moción de los grupos comunistas y secesionistas no dice ni pío de estas últimas. Pero esto no es todo: la mayoría de esas víctimas fallecidas o enterradas en el municipio no residían en él. Si nos atenemos sólo a los vecinos de Tarragona, como hace la moción municipal, los números dan un vuelco espectacular: el total de fusilados por el franquismo asciende a 58, mientras que los abatidos por los rojos fueron 168 167 [descontado Juli Camarero, repetición sin duda por error de Juli Alameda Camarero, 23-3-2016]; casi el triple. Que cada cual saque sus conclusiones[1].

[1] El Anexo II de la moción municipal relaciona 62 “ejecutados y asesinados durante el régimen franquista”. La diferencia con la cifra de 58 que he obtenido del Archivo municipal se explica porque el anexo incluye, imagino que por error, a un vecino de la población cercana de Torredembarra (Juan Castells Guasch [Guch]), a Juan Gabriel Rodrigo Knafo (fallecido en extrañas circunstancias en una persecución policial en marzo de 1976) y tres nombres más que no aparecen en el Archivo municipal e ignoro de dónde salen. (Uno de ellos puede ser una repetición de Rafael Martorell Solé, con los apellidos invertidos.) En cambio, no contabiliza al guardia civil Joaquim Vergé Cañagueral, fusilado en octubre de 1939, nueve meses después de la entrada de las tropas nacionales en Tarragona. Respecto a los once muertos en la cárcel por enfermedad, que se relacionan en listado aparte, no sabemos a ciencia cierta si todos fallecieron por culpa de las malas condiciones penitenciarias, como da por sentado el documento municipal. Con todo, aunque diéramos por válida la cifra de 73 (62 + 11), el número de residentes en Tarragona asesinados por los rojos seguiría siendo muy superior.

2 comentarios sobre “Tarragona contra Franco

  1. Y siguen atreverse a responder «Caudo ustedes condenen los autobuses de la muerte anarquistas, el desollamiento de Andreu Nin, las checas socialistas o comunistas y los campos de concentracion de Companys.

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